Las respuestas defensivas que garantizan nuestra supervivencia, se encuentran en estructuras primitivas de nuestro cerebro.

A los seres humanos nos gusta pensar que nuestras acciones son el resultado de nuestros pensamientos racionales. Pero sin embargo la ciencia nos muestra como estructuras muy primitivas de nuestra UCCM (unidad cuerpo cerebro mente), encargadas de asegurarnos nuestra supervivencia, son las primeras en responder a los estímulos del mundo exterior.

Profesionales de la Universidad de Georgetown (EE. UU.), encontraron en sus investigaciones, que una región muy primitiva del cerebro, el colículo superior, ubicado en el tronco cerebral, produce conductas defensivas como lo son un estremecimiento extremo, sumisión, hipervigilancia, evitación y huida.

El estudio fue presentado el año pasado en la Sociedad Americana de Neurociencia y muestra como un tiempo de activación prolongado de este sistema básico de defensa puede conducir a alteraciones emocionales, ya que reduce la capacidad de interactuar socialmente.

Esto es lógico pues si una UCCM está en respuesta defensiva, no puedo ocuparse de otra cosa que no sea su supervivencia inmediata.

El colículo superior, según los investigadores, tiene su activación vinculada con la de la amígdala cerebral. Trabajos anteriores consideraban a esta última como la responsable de la regulación de la conducta social y emocional.

Si bien la amígdala es parte del cerebro emocional, su participación es fundamental también para que las estructuras más elevadas de nuestro cerebro, los lóbulos prefrontales, puedan llevar a cabo las funciones ejecutivas, que se encargan de modelar las respuestas instintivas-emocionales.

Uno de los investigadores Ashley Decker, considera que se debe seguir estudiando las interacciones entre el colículo superior (parte del cerebro instintivo) y la amígdala (parte del cerebro emocional), para comprender mejor el estrés y otros trastornos de ansiedad.

Este trabajo, nos muestra que las conductas básicas defensivas están ubicadas en estructuras muy primitivas, que son de rápida activación y respuesta, como estás se relacionan con otras áreas del cerebro emocional y como en forma conjunta nos garantizan nuestra supervivencia inmediata. Pero que al ser sensibles al tiempo de estimulación, pueden hiperactivarse y afectar las funciones más elevadas de nuestro cerebro.

Si bien necesitamos desafíos para crecer como seres manos, debemos tener presente que el estrés constante, sin etapas de relajación para que el organismo se recupere no es un buen amigo de nuestro cerebro ni de nuestra supervivencia a largo plazo.